martes, 18 de abril de 2017

RELOJERO

A fines de abril se estrena la obra de Armando Discépolo, adaptada y dirigida por Analía Fedra García.

El viernes 21 de abril a las 20.30 hs se estrenará, en el Teatro Regio (Avenida Córdoba 6056), Relojero de Armando Discépolo, adaptada y dirigida por Analía Fedra García. El elenco está integrado por Osmar Núñez, Horacio Roca, Stella Galazzi, Federico Salles, Martín Urbaneja y Laura Grandinetti. La asistencia artística es de Cintia Miraglia, la escenografía de Rodrigo González Garillo, el vestuario de Paula Molina, el diseño de luces de Marco Pastorino y la música original de Gustavo García Mendy.


Las funciones se realizarán de jueves a sábados a las 20.30 hs y los domingos a las 20 hs.

Platea: $170.- Pullman: $120.-
Jueves (día popular): $ 85.-
Duración (aproximada): 100 minutos


En el hall del Teatro Regio podrá verse una exposición en torno a la figura de Armando Discépolo y su relación con el Teatro San Martín.


Re­lo­je­ro se presentó en la Sala Martín Coronado en 1962, bajo la dirección del propio Ar­man­do Dis­cé­po­lo, con un elenco integrado por Eva Don­gé, Gian­ni Lu­na­dei, Alejan­dro An­der­son, Ra­fael Ri­nal­di, Fanny Bre­na y Ma­rio Gius­ti. En 1981 volvió a montarse en la misma sala, con di­rec­ción de Car­los Al­va­ren­ga. En el elenco participó nuevamente Ra­fael Ri­nal­di, y junto a él trabajaron Ali­cia Ber­da­xa­gar, Wal­ter San­ta Ana, Pa­tri­cia Gil­mour, An­drés Turnes, Al­ber­to Se­ga­do y Horacio Roca, quien a su vez la protagoniza en la versión que se estrenará en 2017.

La obra
En plena década infame, la familia de Daniel, el relojero, busca cómo sobrevivir. Sus hijos tratan de encontrar su modo de ser libres y están en la disyuntiva de seguir la tradición familiar o transformarla como sea. Por otro lado, los padres se debaten entre soltar a sus hijos para que sean felices a su manera o retenerlos para que sigan el mandato familiar.
Los personajes –sacrificados, frustrados o ambiciosos- transitan diferentes estados: ilusión, resentimiento, decepción, arrepentimiento, realización, fracaso… En Relojero colisionan dos “tiempos” distintos que plantean dos interrogantes sobre la realidad, y problematizan los conceptos mismos de la ética y la moral.  
En esta puesta, donde además confluyen dos generaciones de actores, se pone de manifiesto la vigencia de esta tensión entre diferentes subjetividades. Así lo expresa la directora, Analía Fedra García:  

“La actualidad de Relojero es arrolladora. Si bien los contenidos por los cuales se enfrentan distintas generaciones (padres e hijos) y los de una misma generación (hermanos; matrimonio) cambiaron, se producen choques sin salida. Aun con las mejores intenciones, y deseando lo mejor para los demás, podemos convertirnos en enemigos invisibles de los otros y hasta de nosotros mismos. Y lo que Discépolo abre con maestría, es que no privilegia ninguna de las visiones: todos y ninguno tienen razón. La risa sacude y salva; desata el horror y mata. Somos grotescos.
Redescubirse a través de los grandes clásicos nacionales es una tarea transformadora, necesaria. Creo que ponerlos en escena es la mejor manera de mantenerlos vivos. No sólo como homenaje sino, sobre todo, dejando que la obra renazca y nos interrogue”.
El autor
Armando Discépolo (1887-1971) fue el iniciador de un nuevo género nacido en Buenos Aires: el grotesco criollo, una especie de ruptura con el optimismo ingenuo que exhibía el teatro argentino de las primeras décadas del siglo XX. Su obra describe episodios que cobran vigencia en este siglo XXI, como el choque generacional, la desintegración de la familia, la miseria y la frustración de la juventud.
Desde temprana edad manifestó pasión por el teatro, pero fue recién a los 18, cuando murió su padre, que decidió dedicarse por entero a la dramaturgia.
Tuvo la suerte de que Pablo Podestá, el actor más importante del momento, se entusiasmara y aceptara interpretar su primera obra teatral, Entre el hierro, que fue un verdadero éxito. A partir de ese momento, Discépolo presentó una o dos piezas por año, entre las que se destacan La torcaza, El novio de mamá, El vodevil, La espada de Damocles y El movimiento continuo. En ésta última aparece por primera vez la palabra “grotesco” en la escena nacional. Corría el año 1916 y faltaban seis para que en el país se conociera a Luigi Pirandello, lo que torna discutible la versión de que el grotesco criollo sea hijo del autor teatral siciliano.
Luego llegaron sus obras más reconocidas: Mustafá, Giácomo, Muñeca, Babilonia, El organito, Stéfano, Cremona y Relojero, escritas entre 1921 y 1934.
Todas ellas comparten las atmósferas depresivas y la exaltación de las contradicciones de sus protagonistas, quienes -tras una máscara de absurda comicidad- soportan un profundo dolor y viven aferrados a un tiempo avasallado por un progreso que los asfixia. Discépolo supo mostrar las miserias de un orden social despiadado e injusto a través de la pintura de la vida cotidiana de humildes, fracasados e inmigrantes.

Tras la puesta en escena en 1934 de Relojero, la última obra que escribió, se dedicó por entero a la dirección teatral y a otras empresas culturales. Durante esa trayectoria, eligió obras de Payró, Tolstoi, Somerset Maugham, Chéjov, Shaw y Shakespeare, y dirigió a los mejores actores de su tiempo, en varias oportunidades en el mismo Teatro San Martín. También en el San Martín dirigió sus piezas Relojero, en 1962 (Sala Martín Coronado) y Stéfano, en 1965, interpretado por la Comedia Nacional (Sala Casacuberta). Sus obras fueron a su vez montadas en numerosas oportunidades en el mismo teatro por otros directores; entre otras, figuran: Cremona (dirigida por Roberto Durán en 1971 en la Sala Martín Coronado), El organito en 1980 (dirigida por Santángelo en la Sala Casacuberta), Relojero (dirigida por Carlos Alvarenga en 1981 en la Sala Martín Coronado), Stéfano (dirigida por Roberto Mosca en 1986 en la Sala Casacuberta), Muñeca (dirigida por Ru­bén Szuch­ma­cher en 1988 en la Sala Martín Coronado), y Amanda y Eduardo (dirigida por Roberto Villanueva en 2001 en la Sala Casacuberta). Más recientemente, Roberto Mosca dirigió Babilonia (2008) y Julio Baccaro montó El organito (2013), ambas en el Teatro de la Ribera.

Armando Discépolo murió el 8 de enero de 1971, a los 83 años, en plena actividad.



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