TEATRO SAN MARTÍN
QUERIDO IBSEN:
SOY NORA
Se estrena la obra de Griselda Gambaro,
dirigida por Silvio Lang
El viernes 30 de agosto a las 21 se estrenará, en la Sala
Cunill Cabanellas del Teatro San Martín (Avenida Corrientes 1530), Querido
Ibsen: soy Nora de Griselda Gambaro, dirigida por Silvio Lang. El elenco está
integrado por Belén Blanco, Agustín
Rittano, Alberto Suárez, Ezequiel Díaz, Leonardo Saggese, Victoria Roland, Pochi Ducasse y Pablo Cécere. La colaboración
artística y el entrenamiento físico son de Alina Folini, la música original es
de Pablo Cécere, la escenografía e iluminación son de Gonzalo Córdova y el
diseño de arte y vestuario de Renata Schussheim.
Las funciones se ofrecerán de miércoles a sábados a las 21 y
los domingos a las 20.
Platea: $70. Miércoles, día popular, entrada general: $40
La obra
Ibsen en la era del copyrigth
Griselda Gambaro en su obra inédita Querido Ibsen: soy Nora
(2012), una vez más, confunde los tantos del consenso teatral: hace del autor
un comediante de sí mismo y del personaje una identidad de autoría. ¿Cómo hace
esta operación de inversión y desplazamiento? Poniendo a Henrik Ibsen en
escena, en el momento mítico en que escribe su obra Casa de muñecas. En la
subversión de Gambaro, Henrik tiene que vérselas con Nora Helmer, el personaje
principal de la obra. Debe negociar con ella lo que dice y lo que hace. De esta
manera el autor ya no es lo que “hace hablar” al personaje sino una manera de
intervenir en los intercambios y negociaciones de una identidad en
construcción. Henrik, un autor que no puede desconocer las reglas machistas y
colonialistas de su tiempo, está obligado a litigar con un subalterno sus
construcciones ficcionales. “Desde antes, desde mucho antes de que usted
intentara hablar por mí, señor Henrik, desde un tiempo que usted no recuerda,
ya me estaba escribiendo. Usted sólo me copió a su modo”, le dice Nora a
Henrik. Una mujer que ya no sólo falsifica la firma del padre, abandona a su
marido y a sus hijos, sino que también se emancipa del autor que supuestamente
le da la voz. Entonces, ¿quién es el autor de Casa de muñecas, Henrik Ibsen o Nora
Helmer? En la versión de Gambaro, Nora parece estar afirmando: soy mi propia
imagen, me construyo a mí misma. Se trata aquí de una Nora que ha entrado a la
era de la revolución técnica de la imagen y el litigio por el copyright, donde
tanto el fotógrafo como el fotografiado se declaran, al mismo tiempo,
propietarios de la imagen. Querido Ibsen: soy Nora, hace un teatro de la
identidad como negociación de las posibilidades de un sujeto culturalmente
atrapado; y del litigio por la autoría, una condición de posibilidad de la
emancipación subjetiva.
Silvio Lang
La autora
Nacida en 1928 en una familia de obreros residentes en el
barrio de La Boca, Griselda Gambaro comenzó a escribir desde muy joven en el
género narrativo. Desde que en 1965 estrenó El desatino, su primera obra -que
recibió el Premio Emecé-, en el mítico Instituto Di Tella, Gambaro se convirtió
en una de las dramaturgas argentinas más representadas en el país y en el
exterior. Ese debut no pasó desapercibido. El desatino, como sus obras inmediatamente
posteriores —Las paredes (1966), Los siameses (1967) y El campo (1968)—
provocaron polémicas. Algunos críticos las consideraron desligadas de la por
entonces turbulenta realidad argentina. Siguieron otras obras como Sólo un
aspecto, Nada que ver (1971), La gracia (1972), Información para extranjeros
(1973), Sucede lo que pasa (1975). En 1976, la prohibición de la novela Ganarse
la muerte por la dictadura militar, obligó a la autora a exiliarse al año
siguiente en Barcelona (España). Volvió al país en 1981 y estrenó Decir sí en
Teatro Abierto.
En el Teatro San Martín, Griselda Gambaro estrenó muchas de
sus obras: Nada que ver (1972), Puesta en claro (1986), Antígona furiosa
(1988), Morgan (1989), Penas sin importancia (1990), La casa sin sosiego (1992),
Es necesario entender un poco (1995) y Dar la vuelta (1999).
“Griselda Gambaro practica un teatro ético. Le importa la
condición humana. Se pregunta qué está bien y qué está mal. Qué pasa en el
mundo con la justicia y con la dignidad. Se plantea qué lugar hay para el
perdón, la rebelión o la solidaridad. Pero no lo hace con interrogaciones
abstractas sino mostrando su funcionamiento concreto, su materialidad en las
relaciones humanas. Bucea en el vínculo entre madres y padres, con los hijos,
entre hermanos, en grupos de amigos, de parejas, entre jefes y empleados. El
lazo de amor, sanguíneo o fraternal, no da garantías o certezas. Lo que muestra
no son relaciones armónicas, sino capaces de engendrar odios, injusticias,
arbitrariedades, sumisión. Pero también abre la posibilidad de la esperanza, y
siempre hay víctimas y victimarios” (Nora Mazziotti en la Revista Teatro N° 48,
septiembre de 1995).
Entre sus últimas obras estrenadas figuran La señora
Macbeth, Lo que va dictando el sueño (Sala Casacuberta del Teatro San Martín,
2002) y La persistencia (Sala Casacuberta, 2007). Respecto de la primera de
estas obras, Gambaro señalaba: “La señora Macbeth intenta una nueva mirada, un
nuevo texto, sobre una obra tan rica de la literatura dramática que todas las indagaciones
son posibles.” Lo mismo podría aplicarse a Querido Ibsen: soy Nora respecto de
Casa de muñecas; la autora vuelve a abordar un clásico releyéndolo desde su
singular perspectiva.
El director
Es director escénico y se dedica a la investigación teórica,
la enseñanza y colaboraciones artísticas. Ha dirigido La señora Macbeth y La
persistencia de Griselda Gambaro, Las troyanas de Eurípides, Berenice de Jean
Racine, La música de Marguerite Duras, Lo que no se dice de Tennesse Williams,
Lady Aoi, de Yukio Mishima, Cámara Gesell y Formas de hablar de las madres de
los mineros mientras esperan que sus hijos salgan a la superficie de Daniel
Veronese; y los semimontados Las calabazas de Alain Badiou, con la actuación
del autor, en la Universidad Nacional de San Martín, Cachafaz de Copi, en el
Instituto Nacional de Arte y la Universidad Nacional de Córdoba. Incursionó en
la dramaturgia con su obra Tango Nómade. Luego, en varios montajes, desarrolló
una dramaturgia en diálogo con la literatura: la novela Kadish, de Graciela
Safranchik, los cuentos de Juan José Sena en El deseo de la Petra Polanco, los
textos de Alejandro Urdapilleta en La intemperie, y la poesía de Olga Orozco e
Idea Vilariño en Yo, Olga Orozco y Nada de dios. En 2011 escribió la
“Introducción” al Teatro Reunido de Griselda Gambaro que publicó Ediciones De
la Flor.
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