viernes, 30 de agosto de 2013

QUERIDO IBSEN: SOY NORA

TEATRO SAN MARTÍN

QUERIDO IBSEN:
SOY NORA
Se estrena la obra de Griselda Gambaro,
dirigida por Silvio Lang

El viernes 30 de agosto a las 21 se estrenará, en la Sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín (Avenida Corrientes 1530), Querido Ibsen: soy Nora de Griselda Gambaro, dirigida por Silvio Lang. El elenco está integrado por Belén Blanco,  Agustín Rittano, Alberto Suárez, Ezequiel Díaz, Leonardo Saggese, Victoria Roland,  Pochi Ducasse y Pablo Cécere. La colaboración artística y el entrenamiento físico son de Alina Folini, la música original es de Pablo Cécere, la escenografía e iluminación son de Gonzalo Córdova y el diseño de arte y vestuario de Renata Schussheim.

Las funciones se ofrecerán de miércoles a sábados a las 21 y los domingos a las 20.
Platea: $70. Miércoles, día popular, entrada general: $40


La obra
Ibsen en la era del copyrigth
Griselda Gambaro en su obra inédita Querido Ibsen: soy Nora (2012), una vez más, confunde los tantos del consenso teatral: hace del autor un comediante de sí mismo y del personaje una identidad de autoría. ¿Cómo hace esta operación de inversión y desplazamiento? Poniendo a Henrik Ibsen en escena, en el momento mítico en que escribe su obra Casa de muñecas. En la subversión de Gambaro, Henrik tiene que vérselas con Nora Helmer, el personaje principal de la obra. Debe negociar con ella lo que dice y lo que hace. De esta manera el autor ya no es lo que “hace hablar” al personaje sino una manera de intervenir en los intercambios y negociaciones de una identidad en construcción. Henrik, un autor que no puede desconocer las reglas machistas y colonialistas de su tiempo, está obligado a litigar con un subalterno sus construcciones ficcionales. “Desde antes, desde mucho antes de que usted intentara hablar por mí, señor Henrik, desde un tiempo que usted no recuerda, ya me estaba escribiendo. Usted sólo me copió a su modo”, le dice Nora a Henrik. Una mujer que ya no sólo falsifica la firma del padre, abandona a su marido y a sus hijos, sino que también se emancipa del autor que supuestamente le da la voz. Entonces, ¿quién es el autor de Casa de muñecas, Henrik Ibsen o Nora Helmer? En la versión de Gambaro, Nora parece estar afirmando: soy mi propia imagen, me construyo a mí misma. Se trata aquí de una Nora que ha entrado a la era de la revolución técnica de la imagen y el litigio por el copyright, donde tanto el fotógrafo como el fotografiado se declaran, al mismo tiempo, propietarios de la imagen. Querido Ibsen: soy Nora, hace un teatro de la identidad como negociación de las posibilidades de un sujeto culturalmente atrapado; y del litigio por la autoría, una condición de posibilidad de la emancipación subjetiva.

Silvio Lang

La autora
Nacida en 1928 en una familia de obreros residentes en el barrio de La Boca, Griselda Gambaro comenzó a escribir desde muy joven en el género narrativo. Desde que en 1965 estrenó El desatino, su primera obra -que recibió el Premio Emecé-, en el mítico Instituto Di Tella, Gambaro se convirtió en una de las dramaturgas argentinas más representadas en el país y en el exterior. Ese debut no pasó desapercibido. El desatino, como sus obras inmediatamente posteriores —Las paredes (1966), Los siameses (1967) y El campo (1968)— provocaron polémicas. Algunos críticos las consideraron desligadas de la por entonces turbulenta realidad argentina. Siguieron otras obras como Sólo un aspecto, Nada que ver (1971), La gracia (1972), Información para extranjeros (1973), Sucede lo que pasa (1975). En 1976, la prohibición de la novela Ganarse la muerte por la dictadura militar, obligó a la autora a exiliarse al año siguiente en Barcelona (España). Volvió al país en 1981 y estrenó Decir sí en Teatro Abierto.
En el Teatro San Martín, Griselda Gambaro estrenó muchas de sus obras: Nada que ver (1972), Puesta en claro (1986), Antígona furiosa (1988), Morgan (1989), Penas sin importancia (1990), La casa sin sosiego (1992), Es necesario entender un poco (1995) y Dar la vuelta (1999).
“Griselda Gambaro practica un teatro ético. Le importa la condición humana. Se pregunta qué está bien y qué está mal. Qué pasa en el mundo con la justicia y con la dignidad. Se plantea qué lugar hay para el perdón, la rebelión o la solidaridad. Pero no lo hace con interrogaciones abstractas sino mostrando su funcionamiento concreto, su materialidad en las relaciones humanas. Bucea en el vínculo entre madres y padres, con los hijos, entre hermanos, en grupos de amigos, de parejas, entre jefes y empleados. El lazo de amor, sanguíneo o fraternal, no da garantías o certezas. Lo que muestra no son relaciones armónicas, sino capaces de engendrar odios, injusticias, arbitrariedades, sumisión. Pero también abre la posibilidad de la esperanza, y siempre hay víctimas y victimarios” (Nora Mazziotti en la Revista Teatro N° 48, septiembre de 1995).
Entre sus últimas obras estrenadas figuran La señora Macbeth, Lo que va dictando el sueño (Sala Casacuberta del Teatro San Martín, 2002) y La persistencia (Sala Casacuberta, 2007). Respecto de la primera de estas obras, Gambaro señalaba: “La señora Macbeth intenta una nueva mirada, un nuevo texto, sobre una obra tan rica de la literatura dramática que todas las indagaciones son posibles.” Lo mismo podría aplicarse a Querido Ibsen: soy Nora respecto de Casa de muñecas; la autora vuelve a abordar un clásico releyéndolo desde su singular perspectiva.


El director

Es director escénico y se dedica a la investigación teórica, la enseñanza y colaboraciones artísticas. Ha dirigido La señora Macbeth y La persistencia de Griselda Gambaro, Las troyanas de Eurípides, Berenice de Jean Racine, La música de Marguerite Duras, Lo que no se dice de Tennesse Williams, Lady Aoi, de Yukio Mishima, Cámara Gesell y Formas de hablar de las madres de los mineros mientras esperan que sus hijos salgan a la superficie de Daniel Veronese; y los semimontados Las calabazas de Alain Badiou, con la actuación del autor, en la Universidad Nacional de San Martín, Cachafaz de Copi, en el Instituto Nacional de Arte y la Universidad Nacional de Córdoba. Incursionó en la dramaturgia con su obra Tango Nómade. Luego, en varios montajes, desarrolló una dramaturgia en diálogo con la literatura: la novela Kadish, de Graciela Safranchik, los cuentos de Juan José Sena en El deseo de la Petra Polanco, los textos de Alejandro Urdapilleta en La intemperie, y la poesía de Olga Orozco e Idea Vilariño en Yo, Olga Orozco y Nada de dios. En 2011 escribió la “Introducción” al Teatro Reunido de Griselda Gambaro que publicó Ediciones De la Flor.

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