Quitarle a una ópera seria, clásica la solemnidad y mantener
su esencia de arte mayor, desarrollar un tema histórico desde la perspectiva de nuestro tiempo y a pesar de
todo mantener la exquisitez de ese mundo mágico, es para el espectador un
placer difícil de olvidar.
De más está ponderar la brillante ópera de Händel, estrenada
en Venecia en 1710 con un éxito tan extraordinario que debió ser ofrecida por
27 noches consecutivas.
La puesta de Ignacio González Cano es inmejorable y da marco
a las excelentes interpretaciones , tanto en las áreas como en la actuación, de
todos los personajes.
La escenografía como los subtítulos, excelentes e
innovadores.
Un párrafo aparte para la excelencia y virtuosismo de la
orquesta, dirigida con solvencia por Carlos David James, y para las actuaciones
de Rocío Giordano (Agripina), Walter Schwarz (Claudio) y Oriana Favaro
(Poppea).
Los lunes de Noviembre se puede disfrutar de este
maravilloso espectáculo en el teatro Picadero.
María Buscaglia
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